Amistades falsas. -Escribe Daniels Caballero

 

 
                                                                      Créditos de la imagen: StockSnap by Pixabay


Amistades falsas, las hay en todo nuestro trayecto, están al alcance de las manos, no debería ser así, pero en este mundo tenemos que aprender a convivir con todo ello, y si son falsas: nunca fueron amistades, simplemente relaciones con las que hemos pasado parte de nuestro itinerario cotidiano, ese andar por este mundo en el cual se desarrollan combinaciones de trabajo, familia y demás actividades, eso llamado vida.

 

Esta es la historia de dos familias como cualquiera: se conocieron por compartir actividades escolares de sus hijos, los días de convivencia que se organizaban desde el colegio, en el campus de deporte, viendo los partidos de fútbol , o hockey, acompañando a los torneos a los niños, si bien los más chicos de ambas parejas no compartían aula; sí lo hacían los más grandes (Paula y Belén). 

Ellas eran las típicas adolescentes compinches, todo lo hacían juntas:  ropa, maquillaje. Es más;  cuando salían a bailar una se cambiaba en la casa de la otra, se decían más que amigas eran hermanas. La complicidad de las niñas hizo unir cada vez mas a estas dos familias, Margarita y Rosalía -las madres de las adolescentes compinches- también crearon un vínculo importante, es más, volvieron a sus dieciséis a sentir la emoción, esa que te da la maravillosa edad de la adolescencia. Se volvieron a sentir digamos ¿ cómo definirlo? Vivas. Por darle una palabra definitoria. Iban al SPA juntas, a la peluquería. Es más ,cada tanto si algún fin de semana largo lo permitía, se hacían alguna escapada para relajar y cortar con las tareas hogareñas y laborales que se llevan a diario -para sacarse el polvo de la rutina decían, mientras esbozaban sus risas- 

—Tenemos que ir a la peluquería— dijo Rosalía— las canas se están asomando otra vez, esas malvadas sí que no dan tregua —continuo relatando 

—Estás en lo cierto— comento Margarita—esas sí que son fieles siempre vuelven-volvió a replicar Margarita-—¿saco turno para las dos?

 —¡Por favor! —contestó Rosalía—.

—Perfecto ahora llamo—comentó la voz de margarita—listo ya está:  miércoles 12 a las 15:00Hs,

—¡Muchas gracias! siempre tan atenta —contestó Rosalía.

Por fin llegó el esperado miércoles 12. Las dos mencionadas mujeres entraron como siempre a el salón de belleza satisfechas por quitarse las tan fastidiosas canas y por qué no, hacerse algo más.Nunca es poco en cuestión de mejorarse -riendo comentaron ambas- dejaron sus carteras en los lockers del lugar, las cuales fueron llevadas hasta ahí por la recepcionista, que también dio aviso al dueño de la peluquería que habían llegado las clientas, ya habitués de hace varios años pasaron las entusiasmadas mujeres al salón .Saludaron a Luis, el dueño, y peluquero en jefe . 

—Pasen pasen chicas —dijo Luis—.

—y ¿ Maura donde está?—preguntaron Las señoras—

— Maura —contestó Luis —está en otro local, le convenia ese.  Está a pocas cuadras de la casa, no tiene tanto viaje. Pero en su lugar hay otra chica tan buena o mejor que Maura.

— ¿Seguro? —preguntaron ambas mujeres, con tono entre inquisidor y preocupado. A lo que Luis asintió totalmente convencido

— Vengan chicas,tomen asiento —dijo señalando con sus manos el lugar y corriendo las silla— tranquilas no defraudaría a clientas de años como ustedes— acotó llamando a la nueva peluquera— Lucy ven por favor. Estas dos señoras son más que clientas, amigas de la casa por favor el mejor trato para ellas—.

Y así fue, apareció Lucy, una mujer con un atractivo propio ojos vivaces y una sonrisa muy amable. Se presentó en una forma muy educada, "hola yo soy lucia pero todos me dicen Lucy así que por favor llámenme de esta forma chicas".

Entre tinturas van y tinturas vienen incorporaron al grupo de dos a Lucy que pasó a ser la tercer integrante. Lucy vivía sola sin pareja e hijos así que fue muy fácil acoplarse a las actividades de las otras dos mujeres.

Una tarde se juntaron a tomar café en casa de Margarita, Lucía ya estaba. Rosalía llamo por teléfono avisando que estaba complicada con el tráfico que por esos días era un caos –chicas dijo no me esperen este tapón de autos tiene para rato- comiencen el café sin mí-

Así se hizo. Prepararon la mesa, entre mantel y platos las manos de ambas mujeres se rozaron -quizá Lucy lo había provocado -sus ojos brillantes se clavaron ante la reacción de Margarita, la cual no pudo disimular el incomodo momento que le produjo una rara sensación de gusto por lo sucedido, hacia mucho que no sentía eso, ese simple roce pudo despertar  un sentir diferente, algo nuevo, algo que estaba allí pero nunca lo oyó. Con el esposo estaba bien pero esa sensación la dejó pensando y con el corazón latiendo, ambas tenían una mirada brillante las cuales se interrumpieron con la llegada de la tercer amiga. 

—¡Hola chicas! ¿Todo bien? —

—Si —contestaron las dos —¿Café? —pregunto Margarita 

— ¡Si por favor! — contestó Rosalía mirándolas a ambas, observando miradas cómplices, pero no preguntó ni dijo nada, le llamó la atención aquello, pero pensó que la mal intencionada era ella.

Tomaron sus cafés y cada una se fue a su casa. El tiempo transcurrió y con él las salidas de a tres y también de a dos: Lucy y Margarita se volvieron muy compinches se podría decir que más que amigas. 

No sabían cómo manejar la situación ya que una de ellas estaba casada, ¿cómo explicar que no fue falsa la amistad si no que sucedió como puede ocurrirle a cualquiera? Había que definir si dar rienda suelta a esa pasión-amor oculto, o seguir con la vida que siempre conoció,  en la cual no la pasó mal,. Margarita estaba más que contenta con sus hijos y el esposo, con el que vivió hasta ese momento, era maravilloso. Era ella a quien le había cambiado el sentimiento, así que ese día tomó valor. Habló con su esposo el cual no entendía absolutamente nada de lo que pasaba, fue sincera. El quedó absorto ,pensó que jamás  había conocido hasta ese y último momento, su esposa. Lloraron los dos, las separaciones no son fáciles para nadie comentaron, pero Margarita no quería que aquella historia se convirtiera en una traición, debía ser clara con su familia y dejar todo a la luz. Hablo también con Rosalía a la cual no le llamó la atención. Ella se percató de lo sucedido,l de la química que ambas tenían entendiendo que aquella situación no fue una falsa amistad, si no hechos de la vida.


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