Una taza de café - Escribe Daniels Caballero.

                                                            Créditos de la imagen : John Edition by Pixabay
 

Julio de 1970, como olvidarlo si llovía como si fuese la ultima vez. Una cortina de agua caía sobre Buenos Aires empapando al instante todo, la gente corría para encontrar un refugio, un techito, algo, para guarecerse del diluvio, y del frío que les provocaría mojarse, y así salvarse de una posible gripe, todos los bares del lugar estaban repletos por señoras con sus amigas charlando de la vida, y hombres de negocios o profesionales contando sus anécdotas laborales todos en una sublime armonía, ningún tono de voz mas arriba que el otro.

Álvaro y Estanislao. Uno saliendo de su consultorio, el otro de su estudio. Ambos sin estar ajenos a aquel día donde el agua brotaba del cielo como si las cataratas se hubiesen mudado a este sitio. En sus corridas entraron como tromba al - hasta ese momento- armónico bar “El Cafetal” divisando la única mesa libre del lugar al reclamo de “yo la vi primero”, sin darse cuenta que los dos llegaron al unísono y con el mismo requerimiento o necesidad: algo caliente para paliar el frescor del día. Antonio el jefe de mozos con su impecable chaqueta blanca el moño negro y el pantalón al mismo tono planchado con la raya al frente y al medio como si estuviese trazada con regla, al ver una posible gresca por una mesa, intervino haciendo las veces de mediador

señores por favor calma aquí hay lugar para todos, a ver hablemos como gente civilizada que somos y busquemos una solución. dijo Buenas tardes, mi nombre es Antonio soy el jefe de mozos, ¿puedo conocer sus nombres caballeros?

Si si —respondieron ambos—.

Yo soy Álvaro —dijo uno.

Yo soy Estanislao— comento el otro

Todo incluía el apretón de manos al jefe de mozos.

Señores —comentó Antonio — ¿porqué no comparten la mesa? los dos están en la misma situación ¿que les parece? .

Se miraron ambos hombres sin estar muy de acuerdo pero aceptaron.

¿Que les traigo?— preguntó Antonio—.

Álvaro pidió una taza de café y Estanislao un cortado, mientras afuera llovía como si el Arca de Noé estuviese por llegar. Se sentaron y después de unos minutos bajaron la intensidad con la que habían llegado, coincidiendo en pedir disculpas por el momento tenso vivido.

Y tu ¿a que te dedicas? — pregunto Estanislao

Soy médico cardiólogo— contestó Álvaro— arreglo los corazones respondiendo con una sonrisa . ¿y vos Estanislao?

Yo soy abogado, me dedico a lo penal. Yo pongo nervioso a los corazones que vos arreglas!

Antonio los interrumpió trayendo la orden que ambos caballeros habían pedido comentando que después de todo la idea de compartir la mesa no había sido tan descabellada:

veo que han comenzado una charla amena.

si si— replicaron los dos—.

Tomaron sus bebidas, las cuales proveyeron calor a sus mojados cuerpos, en medio de una charla informativa de sus vidas. Estanislao casado con dos hijos niña y niño. Álvaro también casado sin hijos, hacia un tiempo que estaban intentando ser padres pero el bebe no llegaba, y charla va charla viene la hora pasó, como así también la lluvia. Pagaron la orden y se preguntaron si eran habituales de la zona comentando ambos que si, se despidieron de Antonio no sin antes agradecerle por la correcta forma de atenderlos “ la semana que viene nos tenes aca de nuevo” dijo Álvaro, y así se fueron encontrando todas la semanas incorporando más conocidos al grupo: Eduardo; médico especializado en obstetricia, colega de Álvaro y también Gervasio colega de Estanislao. Antonio los esperaba contento, ansioso de también participar de las charlas de sus nuevos amigos, preparaba los cafés y las masitas y luego se sentaba a disfrutar del momento para hablar de fútbol, familia y porque no, de comentar algún que otro problema que los integrantes de ese grupito de cinco tuviese. Se hizo una unión tan linda que pasaban fiestas, vacaciones y cumpleaños juntos; más que amigos eran familia. Vieron los hijos crecer, excepto los de Álvaro y de su esposa Juana ya que jamás llegaron.

Cuando tenían que visitar la casa de Antonio todos iban contentos ya que su esposa Berta cocinaba como los dioses, digna hija de alemanes; su comida era un manjar.

Pasaron los años y las décadas los hijos de todos ya estaban grandes, casados con hijos todos, abuelos, ya retirados, jubilados de sus ocupaciones y la amistad seguía intacta como el primer día con miles de anécdotas para contar. Sus cuerpos ya no eran jóvenes pero si sus ganas de seguir compartiendo el momento de encontrarse, ya no en El Cafetal, que como muchos bares de la ciudad había cerrado, ya no era importante el lugar si no disfrutar el momento que lo vivían con el corazón joven todavía.

¡Cuantos años de amistad! comentó Álvaro.

No saquemos cuentas —dijo Eduardo entre risas—

muchos — acotó Estanislao —. Y de golpe todos hicieron silencio y un profundo suspiro enmudeció la mesa, y recordaron el lugar vacío: faltaba un integrante de ese grupo de súper amigos. Antonio hacia un tiempo ya que había fallecido de un infarto, no soportá la muerte de su esposa la extrañaba mucho

Y.. se fue con ella— comentó Gervasio— bueno, hagamos un brindis en honor a aquel jefe de mozos súper correcto con su ropa en estado intachable, y una amabilidad absoluta que supo armar esta amistad hermosa que tenemos y hemos compartido nuestras vidas.

Gracias Antonio por sugerirnos compartir la mesa— dijeron Álvaro y Estanislao. Alzaron sus tazas de café con sus manos ya no firmes como cuando se conocieron.

De golpe comenzó a caer una lluvia copiosa como hace tantos años atrás y sintieron que todo volvía a comenzar. Sus arrugados rostros sonrieron y volvieron a disfrutar esa taza de café caliente con masitas como muchas veces lo hicieron.

La juventud esta en el corazón y en el espíritu. El cuerpo envejece, tiene achaques pero los recuerdos y buenos momentos vividos; eso siempre se encuentra joven.

Así es — comentaron Álvaro y Estanislao.

bueno volvamos a nuestras casas— coincidieron todos— que el reuma y la presión nos recuerda el calendario.

Todos se fueron con una sonrisa a sus casas y con Antonio en el recuerdo y contentos de haber vivido una hermosa amistad juntos.

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