Trabas y libertades - Escribe Ariel Zapata

 

 

¿Lograremos en algún momento conseguir lo que consideremos como libertad?

Más allá del concepto de libertad como facultad de obrar según nuestra voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno, cada quién tendrá su propio concepto o idea y se puede ir aplicando a diferentes ámbitos de la vida: libertad de conciencia, de expresión, de circulación, de privacidad, etc.

Si bien siempre fui de considerarme una persona con libertad de acción, y hoy en día sigo manteniendo cierto halo de rebeldía para con las imposiciones de lo que la sociedad pretende de uno y esa rebeldía supone libertad; con el paso de los años voy percibiéndola como un ente abstracto, más bien utópico en el que uno proyecta sus deseos, sueños, metas para ir creciendo y ganando derechos que debieron venir por el simple hecho de pertenecer a la humanidad.

En cierto modo, todos estamos condicionados por las trabas que nos proporciona el entorno, desde el lugar y época geográfica donde nos toca vivir hasta el acervo cultural, dogmas y estigmatizaciones que nos implementan desde antes del mismísimo nacimiento.

Creo que es deber intelectual de todo aquel que quiera despojarse de las trabas impuestas, una vez identificado el tipo de libertad a conseguir; luchar con fervor con las herramientas que se tenga a mano, ir a por ella e intentar conquistarla.

Una de las enseñanzas que me atraviesa de lleno el mito de la caverna de Platón, donde ese simple esclavo se aburre de ver las sombras, intuye y percibe nubladamente que puede llegar a haber una realidad alterna y con todo lo que cuesta salir de su zona de confort, agarra su mochila emocional de dudas mezclado con un poquito de miedo y se anima a recorrer el camino, a sortear los desafíos que surgen cuesta arriba, sin certezas de hacia dónde va y muchas veces sin fuerzas, pero sigue y sigue, hasta que en un momento obnubilado por la luz del sol que le pega de lleno en la cara queda cegado, todo es confusión y el ver la realidad de forma tan diferente a lo que conocía hasta el momento termina desquiciado.

Ahí tiene que entrar en juego el temple y la perseverancia, virtudes que cuestan horrores.

Una vez que sus ojos se van amigando con la luz, a ese nuevo conocimiento o entendimiento de la realidad, uno definitivamente siente que gana no solo sabiduría, sino la misma libertad.

Es difícil de explicar, y probablemente cuando se vuelva a las oscuridades tenebrosas de la caverna (porque hay que volver a por los nuestros) no nos entiendan, piensen que son mambos de loco y ellos sigan conformes en sus bellas sombras. Aparte, hacer el paso de un lugar luminoso a otro más oscuro, nos quita un poco la visibilidad por un tiempo.

No debemos dejarnos avasallar por la desidia y continuar nuestro camino, ya que en realidad no solo existe una caverna. Son cientos y cientos de cavernas de las que hay que salir y cuando creemos que logramos ganar aunque sea un poquito de libertad conquistando la salida de una, nos damos cuenta que es el comienzo de una caverna distinta, a veces más grande, a veces más chica, pero caverna en fin.

Y ahí comienza un nuevo el desafío de seguir sorteando trabas, para seguir ganando libertades.

Frente a todas esas trabas y condicionamientos que nos vienen de serie, creo que lo que nos queda por hacer; es no acostumbrarnos a la mediocridad, a no caer en esa zona de confort que nos dice que está todo bien cuando sabemos que con solo abrir un poquito los ojos, las cosas pueden ser mucho más profundas y complejas de lo que aparentemente parecen, o por el contrario nos podemos estar ahogando en un vaso de agua con cosas realmente simples.

Es clave hacer caso a ese espíritu rebelde que todos llevamos, que nos exige que busquemos y exijamos la libertad que merecemos y usar esas restricciones, esas trabas que vallan surgiendo como un desafío, como posibilidades de entendimiento y confirmación de que buscamos lo que nos corresponde, sea cual sea nuestro concepto de libertad.

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