Los miedos detrás del alcohol- Escribe Max Musimessi

 

                                                                    Créditos de la imagen: Peter H by Pixabay

 

Susana está lavando los platos, la luz del sol entra por la ventana que tiene de frente y le ilumina la cara. De pronto siente algo que le tira del pantalón. Cuando mira para abajo ve que se trata de Nicolás, quien le jala de la botamanga para mostrarle algo. Ella le da unas palmaditas en la cabeza y lo envía nuevamente a su habitación.

Camino a su cuarto, el pequeño agarra un frasco de vidrio y se va acercando sigilosamente. Asoma su carita parcialmente por el marco de la puerta, se vuelve, toma aire y entra rápido. Unos instantes después sale de ahí corriendo, gritando pavorosamente, con el frasco tapado entre las manos, dentro del mismo una araña enorme. Al rato vuelve sin el recipiente y se mete en su habitación para seguir jugando.

Susana está hablando por teléfono, se asoma a la habitación de Nico y lo ve entretenido con una réplica del DeLorean. Tranquila con que el niño no está en nada raro, se va al living para continuar con su conversación. De repente es como si el auto cobrara vida propia, se escapa de las manos de Nicolás lastimándole un dedo con una de sus ruedas y comienza a perseguirlo. El infante corre por todas partes para escaparse, pero el juguete no le pierde pisada. En un momento agarra una sábana y se la tira encima, lo envuelve bien y se lo lleva. Al regresar, no hay rastros del auto ni la sábana.

Por la noche, Nicolás tiene un sueño extraño, en la que una guitarra cobra vida, con sus cuerdas empieza a ahorcarlo mientras una pluma gigante empieza a picarle el vientre. Se despierta transpirado, llorando. Al rato sale de su habitación con una gran bolsa llena de cosas, pero vuelve sin ella.

Al día siguiente, un intento de muñequito, hecho con palitos de helado y tapitas de gaseosa, sale por su cuenta de un tacho de basura que estaba en la habitación de Nico y se acerca a él, caminando como puede, con una pata más corta que la otra, un brazo pendiendo de un hilo de plasticola a punto de desprenderse. El niño grita desesperado, pidiendo auxilio. Susana está en la habitación contigua, armando un rompecabezas. El pequeño como puede le da una patada al muñeco, que cae nuevamente en el tacho, tapa el mismo con un gran álbum de fotos y se lo lleva a algún lado.

Varias veces Susana ve ir y venir a Nicolás por el pasillo, llevando cosas y volviendo con las manos vacías. En un momento decide seguirlo sin que él se dé cuenta. El pequeño pasa con un extraño paquete entre sus manos, ella va tras él en puntas de pie, escondiéndose detrás de las paredes. Nico avanza por el pasillo, baja al sótano y se dirige hacia una cava que hay empotrada en una pared. Él mira a un lado y otro antes de hacer girar el cuello de una botella, paso seguido la estructura entera se mueve lateralmente, dejando ver un pasadizo secreto por el cual entra el pequeño y sale sin lo que llevaba en sus manos. Vuelve a girar la misma botella y el pasaje se cierra. Al salir de ahí, por poco ve a Susana, quien atinó a esconderse rápido detrás del lavarropas.

Una vez fuera el muchacho, ella va hacia la bodega y acciona la misma botella clave. Se abre esa especie de puerta corrediza e ingresa al lugar. Está todo muy oscuro y huele a podrido. Camina y camina un trecho largo, tan largo que parece superar por mucho los supuestos límites de la casa. Al llegar al final, descubre un gran espacio, de paredes húmedas, en el cual se halla una montaña de incontables objetos apilados, incluyendo lo último que llevó el niño, una foto de ella con la cara tachada. Sale corriendo del lugar, preocupada, y se dirige a la habitación de Nicolás. Cuando llega descubre que ésta se ha convertido en un gran espacio vacío. Sentado en un rincón, tomando sus rodillas entre sus brazos, el niño llorando. Él levanta su mirada hacia ella y parece decirle algo. Parece. Susana ve que sus labios se mueven, pero no percibe sonido alguno salir de su boca.



Max Musimessi

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