La puerta pintada de azul - Escribe Lorena.edo_tensei

                                                                  Créditos de la imagen: PhotoVision by Pixabay


Estoy buscando mi desayuno entre las calles de Once. Hoy es fácil : es sábado y en este lugar los viernes por la noche transita mucha gente. Solo debo aguzar la vista para poder detectar entre la mugre, los tesoros que los demás, por descuido o hartazgo, dejaron caer al suelo.

Estuvo muy calurosa la noche, y no voy a permitir que mi primer comida de la mañana se eche a perder : sabemos lo que le gusta comer cosas con mayonesa a los transeúntes nocturnos de estas sucias calles; y lo que ocurre entre el calor y la mayonesa no es algo nada agradable para mi pequeño estomago. Además lo putrefacto siempre huele mal, y no me gustan las cosas que huelen mal. Lo tengo muy difícil, pero me siento optimista hoy.


Comienzo a caminar con el pecho inflado de tanto buen humor. ¡Los primeros días del verano me producen esta sensación de optimismo sin motivo que me sientan tan bien! Que la primavera haya estado tan fría, me hace prácticamente amar este suelo cálido. Disfruto de cada pisada como si fuera la última. Realmente se siente muy bien.


Pensando en eso, justo iba mirando mis pies sucios, cuando levanto la mirada hacia el primer enemigo del día: un monstruo enorme que hacia unos ruidos guturales asquerosos me hizo contener la respiración del susto y detenerme de inmediato frente a él. Solo un segundo de distancia separo su inmenso pico de mi nariz. - Gru..Gruu. - emitía horribles sonidos la bestia.

Abrí mis ojos muy muy grande como para tomar real dimensión del monstruo y me preparé para hacerme un bollito y rodar entre sus patas. Salí corriendo lo mas rápido que pude. El desgraciado se ensañó conmigo, empezó a correr destartalado, agitando sus alas, se desplazaba hacia mi persiguiéndome de una manera muy desprolija, pero yo fui mas rápido y logré alejarme enseguida; corría sin sacarle los ojos de encima.


¡Plaf! Me caí de lleno chocándome con algo que me quito velocidad y estabilidad. Me desparramé por completo, y golpeándome con esa superficie, choqué cayendo bastante lejos de mi punto de colisión.

Todo alrededor daba vueltas, sintiéndome un poco mareado, me acordé enseguida que estaba huyendo de la bestia con plumas , y me apresuré a mirar a todos lados buscándolo. Por suerte no lo veía, pero seguiría atento. Ese maldito bicho parece que no sabe hacer otra cosa que esperarme todos los días para asustarme, por diversión, por una cuestión territorial o vaya uno a saber que intensiones tendrá . Puede ser que quiera comerme, después de todo, si es ese el caso lo entiendo ; yo también soy un animal famélico a primera hora del día.

Comencé a desempolvar mi ropa con ambas manos y procedí a investigar el objeto que contuvo mi golpe. Si no fuera por esa madera hubiera ido a parar mas lejos, golpeándome aún mas. Pude ver desde allí, que me tropecé con una imponente rama, mirando hacia arriba pude ver que provenía de los cielos, seguramente algo la arrojó a propósito para detenerme -pensé con toda claridad y raciocinio -.

Fue bastante atinado caer en ese lugar. Es en momentos como este, cuando me siento bendecido por la divina providencia, que nunca me deja del todo olvidado : frente a mi había casi entero un alfajor. Se estrujaron mis tripas al verlo todo espléndido para mi. Los rayos del sol rebotaban espléndidos sobre su chocolatosa superficie. Metiendo mis manos en los andrajosos bolsillos de mis pantalones, me dirigí hacia el victorioso. ¡Hola, mi radiante desayuno! Gracias – pensaba mientras me subía alrededor del alfajor para comenzar a devorarlo con placer.

Después de comer, me tire panza arriba sobre los restos, de cara al sol. Deje caer mi cabeza hacia un costado, y ahí estaba a muy corta distancia de mi: la madera contra la que caí antes. No me creería nadie, pero en ese momento emitió un crujido que llamó nuevamente mi atención. Me incorporé lo mas rápido que mi digestión permitió, y hacia allí me aventuré. Era una madera suave, enorme, de color azul oscuro. Imponente delante de mi,se trataba de una puerta casi unas tres veces más grande que yo. En su totalidad, entera aunque algo descascarada -tal vez cuando la dejaron olvidada allí se fueron perjudicando sus bordes por el sol, la erosión del agua- ¡ quien sabe hace cuanto tiempo estaba ahí olvidada!

Sin embargo, aunque algo rota, ella permanecía digna en medio de su perjudicado contexto.

No podía dejar de acariciarla con la yema de los dedos. Embelesado, creí nunca haber tocado con estas manos algo tan terso. Se oyó un crujido mas fuerte, como si la madera se quejara por mis caricias ásperas. Me sentí indigno de seguir tocándola y di dos pasos hacia atrás, sin quitarle la vista de encima. Comencé a rodearla, me agaché buscando algo que emitiera esos ruiditos, no se bien que, y sin saber como, la madera se desprendió de una parte de si misma lentamente, -como dos hojas que se separan de un cuaderno- - y la oscuridad que se dejó entrever, me atrajo de inmediato. Quise ver de mas cerca, esta vez sin tocarla. Me pareció ver que un destello muy pequeño venia de su interior y quise saber más, y me acerqué. Parecía que se podría entrar a ese lugar, asi que primero arrimé la punta del dedo gordo del pie, quedando este en sombras. Nada lo tocó, ni lastimó. Animándome a meter en esa abertura el pie entero, espere. Nada paso. Entonces decidido a entrar , una fuerza me metió adentro de ese hueco sin más. Todo se volvió negro y lo último que recuerdo fue un golpe fuerte detrás de mí. La puerta se había cerrado.


No se cuanto tiempo estuve parado allí en silencio, en medio de una oscuridad absoluta. No sentía miedo.

Unos segundos después, todo se volvió brillante y tuve que cerrar los ojos, que dolidos necesité protegerlos de tal claridad tapándolos con mis dos brazos rápidamente. Se que caí sentado hacia atrás envuelto en un desmayo prematuro. Había perdido la conciencia por completo.

Lo siguiente que sucedió fue sentir el calor del sol en la cara y fui de a poco abriendo los ojos nuevamente. ¡No podía ser! Apenas comenzaba a reconocer el lugar en el que me hallaba; era el mismo lugar en el que había amanecido esta mañana. Un graznido húmedo y un pico enorme frente a mi esperaban que despierte por completo. 

 

 

 

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